27/5/09

Totalidades

La democracia liberal se sostiene desde la mirada individualista de la política. Una mirada excluyente cuyo fin es la conformación una “sociedad civil” demarcada por muros que la separen y protejan de la “barbarie”.
Así, a los expulsados de la sociedad civil no se les permitirá ser “sujetos políticos”; y se los convertirá en vida desnuda y desnudada por la exclusión y la degradación. En vida desnuda y desnudada por el abandono y la depredación.
¿A quién representa entonces esta democracia liberal? Esta democracia, llamada, representativa.
Así va la democracia liberal y representativa al rescate del mercado financiero, cuyos testaferros bregaron siempre por la reducción del Estado casi a la mera función simbólica y coercitiva de un orden social regulado, eso si, por la mano invisible.
Dice la canción de Silvio Rodríguez: el sistema invisible tendrá su precio. Lo que no dice la canción es que ese precio lo pagarán los trabajadores, los excluidos y los que siguen en la cola esperando el bendito derrame.
La mano invisible de ayer es hoy la mano dura de la economía concentrada en las mismas manos de siempre, manos manchadas de sangre y explotación.
La democracia liberal intentó lavarse la cara con la noción del estado de derecho. Un Estado regido por el derecho instituido por la democracia liberal, la democracia excluyente.
¿Podemos pensar en una democracia que excluye?. Podemos verla y sufrirla.
¿No era que con la democracia íbamos a comer todos, a educar a todos, a curar a todos?.
La democracia liberal fue confiscada por el capitalismo que se adueño del Estado.
Y mientras algunos hablan que el capitalismo está herido de muerte en Wall Street, no terminaron de leer las noticias que nos cuentan que el Estado más poderoso del mundo salió a su rescate nuevamente. Y sin importarle un pito los miles de desocupados que día a día son arrojados del sistema. Lo que importa es salvar a ese mundo falaz, ficticio e invisible, que es la mejor metáfora, mortal metáfora, de este mundo que ha perdido la fe en el hombre. Y es falaz porque siendo una mentira lo hemos tolerado como real.
Ahora; las desastrosas consecuencias sociales ya no pueden ignorarse, no pueden seguir mirando al costado quienes defienden la democracia liberal confiscada por el capitalismo. Entonces nos vienen a proponer un Estado de derecho que le suplica responsabilidad social al capitalismo. Nos hablan entonces de un “capitalismo más humano”. Que el genocidio no sea tan evidente entonces.
Frente a esta democracia liberal debemos proponer otra forma de democracia, una democracia inclusiva que piense al individuo desde su totalidad. Que piense a la sociedad en su totalidad. Ese debe ser el signo de la política: pensar la totalidad.
¿Qué significa pensar la totalidad?. Significa asumir que no estamos pensando en todos. Que cuando hablamos de todos, nos estamos olvidando de algunos.
Significa pensar en el individuo como un sujeto social y político que sólo puede realizarse desde la realización del otro.
Si la política debe perseguir el bien común, entonces debemos preguntarnos qué significa el bien común.
Si dije que debemos pensar en una democracia inclusiva, y que sólo puede ser inclusiva si se piensa a la sociedad como un todo, y a sus miembros como sujetos sociales, el bien común que persiga la política no puede ser otro que aquél que potencie y beneficie el desarrollo de la condición humana. Y tanto la dignidad como la libertad son fundamentos de tal condición. La dignidad que nos reconoce como humanos. La libertad que nos emancipa de la injusticia que nace de la desigualdad.
Esa es la democracia que defiendo, la de un Estado social y democrático de derecho. Social por cuanto nos reconozca como sujetos políticos. Y democrático por cuanto nos contenga, nos incluya y nos beneficie en el desarrollo de nuestras potencialidades.
Hoy esa democracia está muy lejos. Pero hay un presidente latinoamericano que la sueña, porque sueña al ser humano en su totalidad, porque se rompe la cabeza pensando en aquellos a quienes el Estado todavía no llegó. Ese presidente se llama Evo.
¿Cuándo empezaremos a soñar nosotros?, ¿cuándo empezaremos a pensar en el ser humano como un todo? Que en cada ser humano vive el otro que no vemos su sufrimiento y que no escuchamos sus gritos de auxilio.
En Auschwitz sobrevivieron del horror aquellos que vieron en la supervivencia de quien tenían al lado, su propia supervivencia; así cuentan las historias de hombres que no comieron para que comiera el desconocido más cercano.
¿Cuándo pensaremos en nuestros desconocidos que no comen, mientras permitimos que algunos sigan disfrutando del banquete?.
La salida de esta mentira no es la consigna golpista que siempre propuso Mariano Grondona, ni tampoco lo es la “Transición ordenada” de Macri y de De Narváez.
La mentira terminará cuando tengamos una democracia menos representativa de los que más teniendo más quieren y menos participativa por parte de quienes más poder concentran.
Terminará cuando tengamos una democracia más representativa de las voces que no oímos, y más participativa por parte de quienes nunca fueron escuchados. Cuando tengamos una democracia que descarte el individualismo para pensar en el todo, y en todos; empezando por aquellos, a quienes aquí todavía no he nombrado.
gn