22/8/09

GLORIAS, de Juan Gelman

¿Era rubia la pulpera de Santa Lucía? ¿Tenía los ojos celeste?
¿Y cantaba como una calandria la pulpera?
¿Reflejaban los ojos la gloria del día?
¿Era la gloria del día inmensa luz?

Son preguntas inútiles para este invierno
no se las puede echar al fuego para que ardan
no sirven para calentar en el país
no sirven para calentar al país helado de sangre.

Por una sábana de luz iría la pulpera santa voz
graciosamente moviendo sus alrededores sus invitaciones
y el olor de sus pechos y la penumbra de sus pechos
hacían bajar el sol sobre la pampa bajaban a la noche como un telón.

¿Quién no se iba a perder en esa noche? ¿Quién no se iba
a encontrar allí mesmo pasando
su furia por la suavidad que la pulpera fundó?
Horas se podría estar contando esta historia y otras aparejadamente tristes
sin calentar un solo gramo del país sin calentarle ningún pie

¿Acaso no está corriendo la sangre de los 16 fusilados en Trelew?
Por las calles de Trelew y demás calles del país ¿No está corriendo ésta?
¿Hay algún sitio del país donde esa sangre no está corriendo ahora?
¿No están las sábanas pegajosas de sangre amantes?

¿Y llena de sangre la pulpera y sus ojos celeste ahogados en sangre?
¿Y la calandria hundida en sangre y la gloria del día
con alas empapadas de sangre sin poder volar?
¿No hay sangre en la penumbra de tus pechos amada?

¿Y dónde no la hay esa sangre caída de los 16 fusilados en Trelew?
¿Y no habría que ir a buscarla?
¿Y no se la habría de oír en lo que está diciendo o cantando?
¿No está esa sangre acaso diciendo o cantando?

¿Y quién la va a velar? ¿Quién hará el duelo de esa sangre?
¿Quién le retira amor? ¿Quién le da olvido?
¿No está ella como astro brillando amurada a la noche?
¿No suelta acaso resplandores de ejército mudo bajo la noche del país?

Con sangre verdaderamente están regando el país ahora
oh amores 16 que todavía volarán aromando
la justicia por fin conseguida el trabajo furioso de la felicidad
oh sangre así caída condúcenos al triunfo

Como calandria de sus pechos caía y
como sangre para apagar la muerte y
como sangre para apagar la noche y
como sol como día.
Juan Gelman.

Recomiendo visitar: http://www.elortiba.org/trelew.html

21/8/09

fly


anoche soñe con aquel barrilete que remontamos con Pedro y que cuando alcanzó su máxima altura se nos escapó y voló todavía más alto hasta perderse. Allí escribí (más abajo "día del amigo") que festejamos los dos abrazados como si hubiésemos hecho el gol que nos coronaba campeones del mundo. Ambos le habíamos enseñado a volar en libertad. Y me desperté haciéndome una pregunta. No fue acaso que el barrilete nos enseñó a volar a nosotros, en libertad. Que para volar no es necesario despegar los pies de la tierra. Que ser libres es un camino, una acción, una lucha, una resistencia. Que no es algo que nos viene dado con la vida. No es un dato de la naturaleza. Es algo por conseguir, y hasta por conocer. Porque es algo que desconocemos. Ser libres. Pensar en ser libres. Ser inteligentes. Ser curiosos. Ser provocadores. Ser desobedientes de un mundo que tiende a la homegeneidad, a un mundo monocromático. Ser libres no es una elección fácil. Algunos "esclavos de la necesidad", como canta Andrés, no pueden elegirla, no pueden alcanzarla. Pero saben de qué se trata, se trata, justamente de no ser más esclavos. Y no es solo la materialidad, el acceso a una materialidad lo que nos permite esa libertad. Será un despertar?. Será una pregunta?.
Foucualt escribió:
"hay momentos en la vida en los que la cuestión de saber
si se puede pensar de modo diferente a como se piensa
y percibir de otro modo a como se ve
es indispensable para continuar contemplando o reflexionando".
Espero ser capaz de dejarle a mi hijo, tan sólo, la posibilidad de ser provocado para seguir provocando a este mundo asimilado a su propia imagen.
Dejarle tan sólo una par preguntas que le quite la tranquilidad y la comodidad de saber que todo está dado.
Dejarle la curiosidad de conocer lo que nadie dice ni muestra.

5/8/09

cinismo caníbal


¿Qué sentido tienen las palabras cuando se banaliza su contenido?.
Palabras huecas, sin hondura. Que vibran pero no penetran. Que rebotan en las paredes y en los techos y se pierden, y se borran antes de ser escritas.
Hay palabras que en otras bocas significaban lucha, pero que en estas de hoy sólo demuestran cinismo caníbal.
¿Será que ya no tiene sentido, el sentido?, ¿quién le otorga sentido cuando el propio, el que ya le conocíamos, fue confiscado?.
Hay palabras que se dicen sin decir nada. Pero hay otras, que dichas por los verdugos cobran otra dimensión, que va del grotesco al insulto sin mediación.
Las palabras… en una canción, Luis Alberto Spinetta desafía con una frase que en su voz nos obliga a mirarnos y escuchar con más atención y oídos críticos:
“agarro mis libros y quemo todas mis palabras falsas”…
En un país donde se incendiaron libros, que decían palabras llenas de honduras por todos lados, está bueno señalar cuando esas palabras son robadas, usurpadas y manoseadas por quienes hubieran prendido el fósforo de aquellas hogueras…
Porque no se trata solamente de mentir, eso es fácil de discernir. El problema no está tan sólo en la mentira. La cosa se pone densa, cuando se violenta el sentido que esa mentira vulnera. Cuando se violenta la verdad que esa palabra denuncia. Porque hay mentiras y mentiras.
Cuando el cinismo dice “patria”, habla de un país de iguales, igualados por quienes se adueñan de la palabra patria. Los que somos menos iguales quedamos afuera, somos apátridas.
Cuando el cinismo dice “hambre”, se saca una foto con una niña descalza y muestra el hilo de sangre que chorrea de sus comisuras. Nos muestra su humanidad más perversa. Nos advierte, que es capaz de cosas peores.
Cuando el cinismo dice “la verdad”, nos desnuda en plena avenida, en hora pico, para que todos se rían de nuestra humana desnudez.
¿Y qué haremos al respecto?. ¿Nos pondremos de pie?. ¿Abriremos la discusión?. ¿Contestaremos?.
¿Rescataremos las huellas de las palabras?.
¿O dejaremos que nos sigan pegando bajo?. ¿O permitiremos que el silencio, se convierta en nuestra única e iluminada verdad?.
La verdad de los bien pensantes que se hablan sólo para ellos, regocijándose en otra especie de cinismo, la de estar conciente de caminar muy cerca de la sentina, pero tapándose la nariz para no sentir el olor de la mierda, de quien no conoce otro sentido de las palabras que el que no venga del mismo dolor de panza. Dolor de hambre, dolor de frío.
Reformulo una pregunta que Orlando Barone hizo esta semana: ¿quién fue el cretino que dejó que los cínicos se adueñaran de la palabra hambre?.
/gn/