5/8/09
cinismo caníbal
¿Qué sentido tienen las palabras cuando se banaliza su contenido?.
Palabras huecas, sin hondura. Que vibran pero no penetran. Que rebotan en las paredes y en los techos y se pierden, y se borran antes de ser escritas.
Hay palabras que en otras bocas significaban lucha, pero que en estas de hoy sólo demuestran cinismo caníbal.
¿Será que ya no tiene sentido, el sentido?, ¿quién le otorga sentido cuando el propio, el que ya le conocíamos, fue confiscado?.
Hay palabras que se dicen sin decir nada. Pero hay otras, que dichas por los verdugos cobran otra dimensión, que va del grotesco al insulto sin mediación.
Las palabras… en una canción, Luis Alberto Spinetta desafía con una frase que en su voz nos obliga a mirarnos y escuchar con más atención y oídos críticos:
“agarro mis libros y quemo todas mis palabras falsas”…
En un país donde se incendiaron libros, que decían palabras llenas de honduras por todos lados, está bueno señalar cuando esas palabras son robadas, usurpadas y manoseadas por quienes hubieran prendido el fósforo de aquellas hogueras…
Porque no se trata solamente de mentir, eso es fácil de discernir. El problema no está tan sólo en la mentira. La cosa se pone densa, cuando se violenta el sentido que esa mentira vulnera. Cuando se violenta la verdad que esa palabra denuncia. Porque hay mentiras y mentiras.
Cuando el cinismo dice “patria”, habla de un país de iguales, igualados por quienes se adueñan de la palabra patria. Los que somos menos iguales quedamos afuera, somos apátridas.
Cuando el cinismo dice “hambre”, se saca una foto con una niña descalza y muestra el hilo de sangre que chorrea de sus comisuras. Nos muestra su humanidad más perversa. Nos advierte, que es capaz de cosas peores.
Cuando el cinismo dice “la verdad”, nos desnuda en plena avenida, en hora pico, para que todos se rían de nuestra humana desnudez.
¿Y qué haremos al respecto?. ¿Nos pondremos de pie?. ¿Abriremos la discusión?. ¿Contestaremos?.
¿Rescataremos las huellas de las palabras?.
¿O dejaremos que nos sigan pegando bajo?. ¿O permitiremos que el silencio, se convierta en nuestra única e iluminada verdad?.
La verdad de los bien pensantes que se hablan sólo para ellos, regocijándose en otra especie de cinismo, la de estar conciente de caminar muy cerca de la sentina, pero tapándose la nariz para no sentir el olor de la mierda, de quien no conoce otro sentido de las palabras que el que no venga del mismo dolor de panza. Dolor de hambre, dolor de frío.
Reformulo una pregunta que Orlando Barone hizo esta semana: ¿quién fue el cretino que dejó que los cínicos se adueñaran de la palabra hambre?.
/gn/
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