30/9/09
(des)atados
El Grupo Clarín nos advierte que una vez aprobada la nueva ley de servicios audiovisuales habrá canales de televisión que “desaparecerán”. Sin embargo, aún sin ser aprobada por el Senado, el cable operador de Multicanal, perteneciente al Grupo Clarín, borró de su grilla de canales a Telesur. Hablan también de que habrá voces amordazadas. Sin embargo ya se anunció que el programa “Televisión registrada” no seguirá en el canal 13 el año próximo, y mientras tanto saldrá al aire dos horas y media más tarde de su horario habitual, es decir media hora después de la medianoche, y justo en el momento en que sus conductores se manifestaron a favor de la ley.
Habrá quienes digan que esto no es así y se darán explicaciones técnicas, contractuales, etc.… pero es demasiada la coincidencia y en verdad… ya no me chupo el dedo.
Que los propietarios y las voces cantantes que representan los multimedios utilicen cuanto artilugio tengan a su alcance para defender sus intereses es entendible. Ahora, que la clase media que no posee participación en la propiedad de dichos medios defienda nuevamente negocios ajenos (tal como sucedió con la resolución 125) me genera un gran problema que no puedo terminar de resolver. Porqué tanta preocupación por cuidar los bolsillos de los que siempre se han enriquecido en este país, y más aún de los que fueron cómplices de dictaduras. Qué es lo que se defiende en el fondo de la cuestión.
Por mi cuenta me haré cargo de los intereses que yo defiendo al apoyar la aprobación de esta nueva ley. Defiendo el derecho fundamental a la deliberación pública. Al libre acceso a la libertad de opinión. Defiendo el interés público de democratizar el acceso a los medios de comunicación. De que sectores sociales que hasta hoy nunca tuvieron espacio ni voz puedan hacerse ver y oír. Defiendo mi derecho fundamental de informarme y de formar mi opinión sin trampas, sin mentiras, sin lobbies, sin mercenarios. Y si los hay, que pueda cambiar de canal o dial y que otras voces puedan denunciar esas trampas, esas mentiras, esos lobbies y a esos mercenarios. Defiendo mi bolsillo, sí, MI BOLSILLO, porque no quiero pagar más lo que se le antoja cobrar al cable operador monopólico para poder ver televisión sin poder elegir cómo. Defiendo mi interés político de poder escuchar las voces con las que me siento identificado ideológicamente. Defiendo mi interés cultural de poder apreciar las expresiones artísticas que hoy no tienen lugar debido a que hoy sólo se muestra en televisión lo que a Suar y a Tinelli se les ocurre. Porque ellos son los que marcan la pauta de lo que “vende” y lo que “garpa”, y todos los demás canales muerden las migajas que el tiburón deja… y así todos viven de los escandaletes y de los ojetes que representan hoy los valores culturales que el grupo Clarín te propone. Y no quiero dármelas de vanguardista, porque tampoco quiero imponerte mis gustos culturales. Lo que pretendo es que al diversificar y democratizar la oferta mediática, el monopolio ya no podrá atentar contra la diversificación y la democratización cultural. Defiendo mi interés personal de poder elegir.
Entonces, te propongo que vos, del otro lado, hagas el mismo ejercicio y te preguntes CUÁLES SON LOS INTERESES QUE DEFENDÉS al estar en contra o a favor de esta ley. Y no te estoy preguntando si estás en contra o a favor del gobierno.
/gn/
29/9/09
hipocrecía
Porqué tanta intolerancia hacia nuevas voces que opinan?
Porqué mi operador de cable no me permite ver más Telesur?
Porqué tanto enojo desatado si sólo se trata de sumar y no de restar?
Porqué la actitud caprichosa de no querer discutir racionalmente?
me sigo preguntando cuáles son los intereses que se defienden... y porqué nadie se hace cargo de ello.
Porqué mi operador de cable no me permite ver más Telesur?
Porqué tanto enojo desatado si sólo se trata de sumar y no de restar?
Porqué la actitud caprichosa de no querer discutir racionalmente?
me sigo preguntando cuáles son los intereses que se defienden... y porqué nadie se hace cargo de ello.
9/9/09
(in)diferencia
Todos están preocupados por tener respuestas categóricas e irrefutables.
Todos quieren gozar de la última palabra en la discusión.
Todos quieren disparar la sonrisa de satisfacción que traduce la burla hacia el vencido.
Todos entienden el debate como un combate sin tregua.
Basta con poner como ejemplo el debate mediático por el proyecto de ley de medios audiovisuales para entender esto que digo.
Diputados que no leyeron el proyecto pero que debaten con una convicción sobreactuada. Periodistas que tampoco leyeron el proyecto pero que responden a los intereses de su patrón de turno, sin pudor alguno, como si hubiesen firmado un contrato de por vida. Gente que confiesa no haber leído el proyecto pero que opinan de acuerdo al medio que “consumen”. La Iglesia que no necesita leer proyectos para defender, como siempre, a quienes cortan la torta, y que se quedan siempre con la porción más grande. La mesa de enlace que no quiere que jodan a los multimedios que les hacen buena prensa. Gorilas que no quieren saber nada con que organismos no gubernamentales ni agrupaciones sociales tengan acceso a la palabra pública. Políticos bien-pensantes, progresistas y de izquierda, que no quieren favorecer a los multimedios oligopólicos, pero que siempre buscan el pelo en la sopa al gobierno para no ser acusados de oficialistas. Conservadores y reaccionarios que no les interesa un pito lo que se discute porque están tan hartos de este gobierno “populista”, que se oponen a todo lo que se haga y se diga. Y estamos los giles de siempre, que leemos todo para saber de qué se discute, que tratamos de oír todas las posturas para saber quién es quien, que tratamos de racionalizar el discurso para ser creíbles, serios y responsables. Pero lo cierto es que ni siquiera nos escuchamos entre nosotros mismos… entre los propios giles, digo. ¿Será que nadie escucha a nadie?. ¿Será que tenemos que conformarnos, tan sólo, con usar las palabras como “disparos contra el olvido”?. ¿Alguien me está escuchando en este preciso momento?!, o será como me decía mi viejo hace ya muchos años: ¿“hablo yo o pasa un carro”?. Y hay ruido de muchos carros pasando…
Esto parece un diálogo de gente que no sabe, que no quiere o que no puede escuchar.
Estamos tan alienados que no queremos perder tiempo en leer con profundidad, en escuchar con atención ni en dialogar con honestidad intelectual. Sólo queremos decir lo que mejor concuerda con nuestra postura ideológica. Con nuestros cómodos prejuicios. Estar en contra o a favor. Y porque si.
¿Qué sociedad se construye así?. Una sociedad intolerante, violenta e individualista. Una sociedad que pretende ser homogénea. Perdón, pero ¿cuándo hemos dejado de serlo?. ¿O alguna vez no lo fuimos?.
Será por eso que nuestros pibes se matan a la salida de los boliches?. Será por eso que se matan 30 personas por día en accidentes de tránsito?. Será por eso que tenemos las cárceles que tenemos? (¿alguien sabe las cárceles que tenemos?). Será por eso que hemos tenido las dictaduras que tuvimos?. Y será por eso que tuvimos los gobiernos vende patria que tuvimos?.
Pareciera que somos incapaces de escucharnos, de vernos y de encontrarnos. Ni siquiera somos capaces de tolerarnos. Porque la tolerancia es una pretensión de mínima. Es un piso y no un valor superior a erigir como techo.
Estas palabras surgieron así, resignadas. Aunque soy una persona que siempre empuja para adelante, que no me escondo del mundo. Seré agnóstico pero no un escéptico. Tozudamente sigo dándome la cabeza contra la pared. Quizás por eso sigo dando clases en una cárcel. Por eso sigo escribiendo y diciendo. Por eso sigo insistiendo.
Y vos?. ¿Escuchaste algo de lo que te dije?.
/gn/
1/9/09
por la (de)liberación
Felipe Solá dice estar en contra del proyecto de ley de medios audio-visuales, pero confiesa que nunca lo leyó. De Narváez también se opone, y es dueño de un multimedio. Reuteman dice que estamos imitando a Chávez. Carrió dice que no siente pudor al defender a los grupos económicos de poder, que se perjudicarían de prosperar este proyecto. Macri teme por la libertad de expresión, mientras reprime manifestaciones públicas en las calles de Buenos Aires. Hasta la mismísima mesa de enlace, hipersensibilizada por la pobreza, se preocupa ahora por la libertad de prensa.
Del otro lado, están quienes defienden el proyecto que embandera, según ellos, valores tales como la dignidad, la democracia, la libertad y la lucha contra el monopolio.
Así, la sociedad sigue discutiendo en medio de un diálogo de sordos (y que me perdonan los hipoacúsicos por el recurso fácil).
Así se reedita la misma lucha ideológica cuando la resolución 125 del poder ejecutivo se transformaba en la nueva partera de la historia.
Pero en verdad nada de esto es importante. O al menos lo más importante. No está puesto en el centro del debate un proyecto o una ley, sino una forma de entender la democracia. Se están poniendo frente a frente dos miradas distintas sobre la sociedad.
Se defiende la "representación" de la sociedad, sólo a través de sus políticos y sus medios masivos de comunicación. O se defiende que la sociedad pueda deliberar sus ideas, sus necesidades, sus problemas, sus miradas.
Lo que quisiera aquí remarcar, es que unos están defendiendo una ley de la dictadura que encorseta la libertad de expresión y concentra en unas pocas manos el manejo de la “opinión a publicar”. Mientras que los otros, supongo, estarán proponiendo otra manera de comunicarnos en esta sociedad.
Lo que no quieren unos, es que en esta sociedad se DELIBERE. Porque el pueblo, “no gobierna ni delibera, sino sólo a través de sus representantes” pueden llegar a citar de memoria en un esfuerzo desmedido.
Y lo sepan o no, los grandes multimedios se han convertido en “representantes virtuales” de esta sociedad. Son representantes de facto. Ellos solos se eligieron. Es obvio que no representan a nadie más que a sus propios intereses. Pero es curioso como embanderan los valores republicanos, de manera engañosa claro, cuando un gobierno, cualquiera, intenta redistribuir algo por estos lares. La palabra, en este caso.
Hoy sólo estamos frente a un monólogo de gente que ostenta mucho poder desde algunos medios. No sólo es Clarín, sino que son muchos más los “monopolios”. Nadie pregunta, por ejemplo, a quienes pertenecen los distintos medios de comunicación en las provincias del interior de nuestro País. Clarín es la punta de un iceberg mucho más grande de lo que sospechamos. Aunque está bueno que Clarín se haya puesto, finalmente, nervioso.
La trascendencia de una nueva ley de medios en este país, debe ubicarse en el plano de una profunda y robusta discusión sobre la necesidad de que el pueblo sea capaz de deliberar. De construir su propia “opinión pública”; y no que se la editorialice desde tal o cual diario, o programa político o noticiero central de canal alguno.
Porque si no luchamos por nuestro derecho humano a deliberar (una reforma constitucional a la derecha por favor!!), no nos sorprendamos una mañana, con que alguien más votará por nosotros. Con que alguien más educará a nuestros hijos por nosotros. Con que alguien más pensará por nosotros.
Porque pensar es hablar. Deliberar es hacer. Y nadie puede vivir nuestra vida, por nosotros.
Eso es totalitarismo y no, como quieren hacernos creer los unos, la redistribución de la palabra para que todos podamos opinar, escuchar, reflexionar y deliberar. Jamás podría ser totalitaria la idea de posibilitar la construcción, y deconstrucción, social de nuestra forma de comunicarnos.
Finalmente esta discusión pone en tensión el charco entre este sistema "representativo", que cada vez representa menos las necesidades más básicas y urgentes de los más vulnerables, y un modelo "deliberativo" que da voz, lugar y tiempo a quienes, los unos, intentan desaparecer, de a poco y sistemáticamente.
/gn/
(Gracias Maestro R. por tantas trompadas a mis ideas)
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