2/11/10
Ese hombre
Sur.
La ausencia se traduce en el espeso color que se reposa sobre la cima de los cerros.
En el viento que nos llega desde sus tierras más remotas.
En ese cielo tan abierto que en la patagonia desafía sus fronteras más extremas.
En los ecos de sus palabras, que hoy suenan todavía más irreverentes y provocadoras.
En sus gestos torpes e incorrectos, pero cómplices con nuestros gestos ordinarios, humanos al fin.
Esa ausencia nos marca el tiempo pasado; pero nunca perdido, nunca olvidable. El tiempo de un hombre dispuesto, atento y entregado. Dispuesto a no guardarse nada. Atento a las injusticias silenciadas. Y entregado, a su pasión y a sus sueños.
Un hombre que entendía su tierra y a su pueblo.
Que respiraba sur a donde fuera. Que todo lo revolucionaba con el viento traído de su lejanía. Un hombre que al verlo en su paisaje natural nos hacía testigos de su propia fusión con él, para ser uno solo, una sola expresión, un mismo lenguaje, un destino igual.
Sus calles son las nuestras, y no volverán a ser las mismas una vez recorridas juntos.
Fue quien más pudo acercarse a su horizonte, casi hasta acariciarlo, sabiendo aún que jamás la victoria será definitiva mientras haya un compatriota que sufre. Y eso le quitaba el sueño, se le notaba en su enojo, en sus quijotescas luchas contra los que más tienen en desmedro de los que siempre debieron esperar.
Pero eso mismo, no le restaba alegría a la hora de dar batalla. Porque para ese hombre hablar de política era lo mismo que hablar de amor. Y eso, lo hizo más grande que todos los demás. Eso, lo hizo mejor.
Y hoy, en su ausencia, sentimos el vacío de quien se fue con una carcajada, diciendo “Conmigo, de acá!!”, cual mojada de oreja, a quienes pretenden ser dueños de lo que es de todos.
Cierro los ojos, y como patagónico que soy puedo sobrevolar con nuestro viento, sobre nuestros cerros, lagos y valles, sobre ríos turbios y desiertos sin arena. Y siempre lo encuentro a él, ese hombre que se fue, en cada rincón, en cada camino, riendo, desafinando, provocando y soñando con todo lo que queda por hacer.
Y en ese hacer, nos sigue exigiendo que nos juntemos, que nos dejemos de joder con nuestros intereses mezquinos, con nuestras diferencias superficiales, porque sólo el héroe colectivo transformará esta, nuestra casa.
Abro los ojos emocionado, me arremango y me encuentro dispuesto a dar más todavía. Me descubro atento a las voces postergadas. Y me declaro entregado, a la tarea de reparar sueños y justicias… estoy listo para seguir andando el camino, en el que nunca más estaré solo.
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