10/6/09

Inteligencia

Es noticia la educación?. Convoca al interés público la reflexión?. Gana elecciones crear bibliotecas?. En medio de esta campaña electoral marcada por la mediocridad y la estupidez mediática, me encontré este último fin de semana con una noticia que me conmovió. Y que une dos preocupaciones muy importantes en mi vida.
El sábado por la noche mi amigo Adrián me llevó a ver el edificio donde funcionaba, hasta no hace mucho tiempo, un Instituto de Menores. Ahora, en ese mismo lugar funcionará un Centro Universitario. Qué metáfora, no?. Esta realidad, ya no metáfora, debe enseñarnos muchas cosas, debe provocarnos a pensar y soñar en utopías. Porque donde antes vivían, o mejor dicho sobrevivían, niños privados de su libertad, sólo por ser pobres, hoy se podrá estudiar y proyectar una vida ligada al conocimiento y la verdad. Donde antes imperaba la represión hoy primará la libertad. Y digo represión no porque quienes trabajaban allí torturaban a los niños. Digo represión en el sentido de que en un Instituto de Menores se le niega a cada niño su condición de sujeto político de derecho, para ser “tratado” como un mero objeto de tutela. Y esa tutela esconde la represión a la que me refiero. Una represión oculta, silenciosa e indiferente para el resto de la sociedad que sigue adelante con su vida normal, descansando en esos lugares infames la responsabilidad de “hacer algo” con “esos menores que molestan el paisaje del centro de la ciudad, porque sus padres, borrachos y vagos, mandan a pedir a sus hijos para no trabajar”.
Ahora, para que la metáfora no sea sólo el cambio de fachada de un edificio, será necesario explicar si en ese Instituto ya no sobreviven niños porque fueron incluidos en el Estado de derecho. Si el Estado les reconoció al fin su condición política de sujetos de derecho, para poder gozar de todos los derechos fundamentales, y de los no tan fundamentales, que todo ciudadano tiene derecho a gozar. Y si el Estado cumplió eficaz y eficientemente con su obligación de garantizar la vigencia de tales derechos.
Para completar la metáfora invito al Municipio a que nos cuenten qué trabajo hicieron para reconstruir esas vidas tan maltratadas. Así, nos estarían dando la lección de nuestras vidas. Sólo así, desnudaríamos aquella razón cínica de los que dicen que el Estado no sirve y de que nadie hace nada. Y esta sociedad necesita que le den esa lección.
Hoy, en ese mismo lugar, donde decía antes que gobernaba la represión, desde ahora deberá gobernar la Inteligencia; entendida ésta como un puente para acercar el conocimiento a quienes siempre les fue postergado el derecho inalienable de aprender. Un puente que nos acerque a la impostergable libertad de saber. Porque muchos se hacen los distraídos frente a la vergüenza de que en este País, el saber fue y sigue siendo postergado para la gran mayoría de nuestros compatriotas.
Hoy tenemos la oportunidad de abrir las puertas, antes clausuradas, para desafiar las verdades pretendidas como únicas, para denunciar las mentiras de siempre y para provocar a la juventud a no renunciar a soñar y ser libres de verdad.
Para terminar, voy a tomar prestadas algunas palabras del Rector de la Universidad donde hoy trabajo. Se las tomo prestadas por las creo.
Primero, el desafío para quienes dirijan el Centro Universitario de Chivilcoy será forjar una “cultura universitaria”. Crear allí un ámbito para la inteligencia. Que quien empiece allí sus estudios universitarios, salga transformado en una persona comprometida con el conocimiento que sirva a su vez para transformar la sociedad en que vive.
Y segundo: si ese centro universitario no sirve para provocar a la juventud; provocarla para crecer, para conocer, para reflexionar, para dialogar, para transformar, entonce no será un centro universitario, sino un cementerio.
Este desafío exigirá lo mejor de todos, que la sociedad toda proteja ese espacio para la inteligencia. Porque se lo debemos a quienes por primera vez en su vida se atreverán a soñar un camino distinto.
gn

4/6/09

El centro...

Voy a leerles algunas palabras y conceptos que alguien escribió alguna vez.
“Entre las trampas de la historia está esa que dice ‘todo tiempo pasado fue mejor’. Cuando la derecho lo dice, está confesando su vocación reaccionaria. Cuando es la izquierda parlamentaria quien lo postula, está exhibiendo las claudicaciones que forman su presente. Cuando es el centro quien habla, es que uno está delirando porque el centro no existe. Cuando la izquierda institucional se ve al espejo del poder y dice: ‘Soy una izquierda responsable y madura’, en realidad está diciendo ‘soy una izquierda agradable a la derecha’. Cuando la derecha se mira al espejo del Poder y dice: ‘que hermoso vestido traigo!’, se olvida de que está desnuda. Cuando el centro se busca en el espejo del Poder, no encuentra nada”.
Quien escribió esto fue el militante Zapatista, el Subcomandante Marcos.
Pero también el premio Nóbel de literatura, José Saramago, dijo en un reportaje reproducido hace años en un medio gráfico argentino, que en la política lo que llamamos centro no existe, y que cuando la izquierda se hace llamar “centro izquierda” es en verdad una izquierda desorientada y funcional a la derecha. En cambio cuando la derecha se hace llamar de “centro derecha” es porque se siente culposa de los horrores que generó en la historia de la humanidad.
Esto lo cuento porque hace algunas semanas reapareció en televisión Carlos “Chacho” Álvarez. Estuvo en TN, un domingo a la noche. Y dijo muchas cosas. Entre ellas manifestó su crítica al retorno de la polarización del discurso político entre “peronismo y radicalismo”. Y que en estas próximas elecciones quedaba muy claro este retorno. Y dijo que esa polarización discursiva en realidad le esquiva al bulto de la verdadera discusión política, y por lo tanto ideológica, en nuestro país.
Porque, a ver, la política no puede disociarse de la ideología. Cuando escucho a dirigentes políticos decir “las ideologías están muertas”, Carrió, Macri y Micheti por ejemplo, o están mintiendo de una manera perversa o bien son incapaces de pensar en clave política y lo hacen sólo desde un “sentido común populachero y tilingo”.
Chacho Álvarez propone que volvamos a discusiones “menos culposas” y hablemos sin pudor de “izquierdas y derechas”. Que seamos honestos ideológicamente y digamos las cosas por su nombre. En ese sentido dijo algo que hace mucho estoy esperando oír de un dirigente político. Dijo, para darle sentido a sus palabras, que él se definía como un hombre de “izquierda”, porque ya no quería usar más la palabra “progresista”, porque el progresismo ha traicionado todas las banderas que en la historia se defendió con el cuerpo y la sangre desde la izquierda.
Les recomiendo, desde este humilde espacio, la lectura de un libro muy fácil de conseguir que escribió un gran filósofo ya fallecido, el italiano Norberto Bobbio, que se llama “Derecha e Izquierda”. Allí podrán ver que esta es una discusión central para entender la política y lo que debe ser “lo político” sin ruborizarse.
La sociedad deberá madurar, democráticamente, para que podamos hablar ya sin prejuicios reaccionarios y digamos las cosas por su nombre sin mentirnos más.
Así, la derecha deberá dejar de ser un discurso basado sólo en slogans institucionalistas vacíos de todo contenido político, serio y robusto (porque quiero creer que hay pensadores de derecha que tengan algo más interesante que decir) como así también dejar para siempre la nostalgia golpista.
Y la izquierda, deberá dejar de escribir panfletos que ya nadie lee, mientras apoyó, en lo que se denominó “la crisis del campo”, a los sectores más concentrados de la economía nacional, que representan a su vez el sector más informal en materia laboral, y que apoyaron cuanto golpe de estado hubo en la Argentina; y esto, sólo para pararse “en frente del gobierno”.

Deberemos todos, entonces, de derecha y de izquierda, radicales y peronistas, empezar a discutir en serio los grandes problemas del País. Deberán muchos sacarse la careta y decir lo que se piensa, y si lo que se piensa no alcanza… bueno muchachos… vuelvan a agarrar los libros y vuelvan a los talleres de formación política, porque están haciendo un papelón y ya nadie les cree una palabra.
gn

27/5/09

Totalidades

La democracia liberal se sostiene desde la mirada individualista de la política. Una mirada excluyente cuyo fin es la conformación una “sociedad civil” demarcada por muros que la separen y protejan de la “barbarie”.
Así, a los expulsados de la sociedad civil no se les permitirá ser “sujetos políticos”; y se los convertirá en vida desnuda y desnudada por la exclusión y la degradación. En vida desnuda y desnudada por el abandono y la depredación.
¿A quién representa entonces esta democracia liberal? Esta democracia, llamada, representativa.
Así va la democracia liberal y representativa al rescate del mercado financiero, cuyos testaferros bregaron siempre por la reducción del Estado casi a la mera función simbólica y coercitiva de un orden social regulado, eso si, por la mano invisible.
Dice la canción de Silvio Rodríguez: el sistema invisible tendrá su precio. Lo que no dice la canción es que ese precio lo pagarán los trabajadores, los excluidos y los que siguen en la cola esperando el bendito derrame.
La mano invisible de ayer es hoy la mano dura de la economía concentrada en las mismas manos de siempre, manos manchadas de sangre y explotación.
La democracia liberal intentó lavarse la cara con la noción del estado de derecho. Un Estado regido por el derecho instituido por la democracia liberal, la democracia excluyente.
¿Podemos pensar en una democracia que excluye?. Podemos verla y sufrirla.
¿No era que con la democracia íbamos a comer todos, a educar a todos, a curar a todos?.
La democracia liberal fue confiscada por el capitalismo que se adueño del Estado.
Y mientras algunos hablan que el capitalismo está herido de muerte en Wall Street, no terminaron de leer las noticias que nos cuentan que el Estado más poderoso del mundo salió a su rescate nuevamente. Y sin importarle un pito los miles de desocupados que día a día son arrojados del sistema. Lo que importa es salvar a ese mundo falaz, ficticio e invisible, que es la mejor metáfora, mortal metáfora, de este mundo que ha perdido la fe en el hombre. Y es falaz porque siendo una mentira lo hemos tolerado como real.
Ahora; las desastrosas consecuencias sociales ya no pueden ignorarse, no pueden seguir mirando al costado quienes defienden la democracia liberal confiscada por el capitalismo. Entonces nos vienen a proponer un Estado de derecho que le suplica responsabilidad social al capitalismo. Nos hablan entonces de un “capitalismo más humano”. Que el genocidio no sea tan evidente entonces.
Frente a esta democracia liberal debemos proponer otra forma de democracia, una democracia inclusiva que piense al individuo desde su totalidad. Que piense a la sociedad en su totalidad. Ese debe ser el signo de la política: pensar la totalidad.
¿Qué significa pensar la totalidad?. Significa asumir que no estamos pensando en todos. Que cuando hablamos de todos, nos estamos olvidando de algunos.
Significa pensar en el individuo como un sujeto social y político que sólo puede realizarse desde la realización del otro.
Si la política debe perseguir el bien común, entonces debemos preguntarnos qué significa el bien común.
Si dije que debemos pensar en una democracia inclusiva, y que sólo puede ser inclusiva si se piensa a la sociedad como un todo, y a sus miembros como sujetos sociales, el bien común que persiga la política no puede ser otro que aquél que potencie y beneficie el desarrollo de la condición humana. Y tanto la dignidad como la libertad son fundamentos de tal condición. La dignidad que nos reconoce como humanos. La libertad que nos emancipa de la injusticia que nace de la desigualdad.
Esa es la democracia que defiendo, la de un Estado social y democrático de derecho. Social por cuanto nos reconozca como sujetos políticos. Y democrático por cuanto nos contenga, nos incluya y nos beneficie en el desarrollo de nuestras potencialidades.
Hoy esa democracia está muy lejos. Pero hay un presidente latinoamericano que la sueña, porque sueña al ser humano en su totalidad, porque se rompe la cabeza pensando en aquellos a quienes el Estado todavía no llegó. Ese presidente se llama Evo.
¿Cuándo empezaremos a soñar nosotros?, ¿cuándo empezaremos a pensar en el ser humano como un todo? Que en cada ser humano vive el otro que no vemos su sufrimiento y que no escuchamos sus gritos de auxilio.
En Auschwitz sobrevivieron del horror aquellos que vieron en la supervivencia de quien tenían al lado, su propia supervivencia; así cuentan las historias de hombres que no comieron para que comiera el desconocido más cercano.
¿Cuándo pensaremos en nuestros desconocidos que no comen, mientras permitimos que algunos sigan disfrutando del banquete?.
La salida de esta mentira no es la consigna golpista que siempre propuso Mariano Grondona, ni tampoco lo es la “Transición ordenada” de Macri y de De Narváez.
La mentira terminará cuando tengamos una democracia menos representativa de los que más teniendo más quieren y menos participativa por parte de quienes más poder concentran.
Terminará cuando tengamos una democracia más representativa de las voces que no oímos, y más participativa por parte de quienes nunca fueron escuchados. Cuando tengamos una democracia que descarte el individualismo para pensar en el todo, y en todos; empezando por aquellos, a quienes aquí todavía no he nombrado.
gn

23/4/09

sobre muros y zanjas

Vuelvo al muro.
Y pienso que hay otros muros más altos, más difíciles de derribar. Son los muros que esconden nuestros miedos y prejuicios. Los muros y las zanjas que evidencian la discriminación, la ignorancia, la insensibilidad, la ceguera y la sordera de una sociedad que se desintegra en guetos.

Osvaldo Bayer le dijo una vez a mi hermana, a modo de chiste claro, que Alsina fue menos criminal que Roca ya que propuso hacer una zanja en lugar de ir a matarlos a todos juntos...

Hace unos días, luego del amplio rechazo que tuvo en los medios la medida de Posse, sobre su muro infame, al intendente de Ensenada se le ocurrió homenajear a Alsina... y dio permiso, y prestó máquinas, para construir una zanja que divida los excluidos de los incluidos...

Cuánto miedo le tiene esta sociedad a la desintegración y la exclusión de la cual fue y es responsable, aunque se "paguen los impuestos en término" (como si eso fuera una cualidad moral extraordinaria).
Cuanto miedo le tiene esta sociedad a la libertad. Por eso nadie quiere reflexionar y cuando alguien lo intente, inmediatamente será neutralizado... Hay muros más altos, zanjas más profundas...

Un amigo me contó que vio un grafitti que decía: "doler duele", y al lado alguien agregó: "por eso nadie mira".

Se sigue insistiendo, inclusive desde el progresismo más o menos careta, que existe una tensión irresoluble entre la "seguridad" y la "libertad". Y en realidad creo que se confunden ambos conceptos, quizás por prejuicios ideológicos, pero creo yo que esa confusión es más hija del miedo que de una concepción ideológica. El miedo paraliza, el miedo te encierra, el miedo te insensibiliza frente el otro. Y de a poco ese otro pasa a ser el culpable de tu miedo, de ahí el muro más alto y la zanja más honda.

No tengamos miedo al dolor, no tengamos miedo a mirar. Ya lo dijo el Indio a los gritos:
la libertad es fiebre (es oración, fastidio y buena suerte)...
la libertad no es fantástica (no es tormenta mental que da el prestigio loco)...
la libertad es fanática (ha visto tanto hermano muerto)...

Que el muro no nos tape más el miedo y que nos hagamos cargo de ser libres...
Ser capaces de morir por la libertad del otro.

g.

22/4/09

Digresión...


Castillo de Naipes (house of cards) Radiohead (In Rainbows)
No quiero ser tu amigo
Solo ser tu amante
No importa como termine
No importa como empiece
Olvida tu castillo de naipes
Y yo olvidare el mio
Olvida tu castillo de naipes
Y yo olvidare el mio
Y caete de la mesa
y que te barran debajo
Negación, negación

La infraestructura colapsara
En picos de voltaje
Tira tus llaves en el boll
Y dale las buenas noches a tu marido
Y olvida tu castillo de naipes
Y yo olvidare el mio
Olvida tu castillo de naipes
Y yo olvidare el mio
Negación, negación
Negación, negación

Tus oídos deberían estar ardiendo
Negación,negación
Tus oídos deberían estar ardiendo.

http://negroperro.wordpress.com/2008/02/19/house-of-cards-radiohead-traduccion-2/#comment-477

Recomiendo desde las tripas ver video en:
http://www.youtube.com/watch?v=8nTFjVm9sTQ

20/4/09

La pared




Nuevamente estamos a la vanguardia de las grandes ideas: como los muros de la vergüenza de Estados Unidos de Norteamérica y de Israel, hemos importado para nuestro conurbano bonaerense una propuesta que seguramente se convertirá en slogan electoral: “La seguridad se hace… con muros”.

Desde la última dictadura militar al Menemismo (extendiendo el concepto “menemismo”, en su programa político, al efímero pero sangriento gobierno de La Alianza) se consolidó la matriz social (político, económico y cultural) de la exclusión. La sociedad argentina se convirtió, desde entonces, en una “Sociedad excluyente” (Svampa, 2005). El corolario de semejante empresa fue el 60 % de pobreza allá por comienzos de este siglo.
Desde la “reforma del Estado”, que destruyó los pilares que justificaban la existencia del Estado, el menemato inauguró lo que hoy conocemos como “pobreza estructural”. Aquél presidente se justificó diciendo: “siempre habrán pobres”. Y debemos darle la razón: sus políticas condenaron y perpetuaron generaciones de argentinos a la pobreza.
Hoy vemos intentos, marchas y contramarchas, de romper con esa Matriz excluyente. Pero también se observa el fortalecimiento de un proyecto “extractivo-exportador”, como así también la consolidación de un “neo-desarrollismo”, que intenta rescatar a “nuestra burguesía nacional” concentrada desde siempre en pocas manos.
Es decir, la “desigualdad social”, que agrava la ya pobreza estructural, todavía sigue siendo un problema “coyuntural” y no “estructural” para la agenda política mediatizada.

La creciente desigualdad social despierta viejas nostalgias y nuevas vanguardias en materia de discriminación y violencia.
Fue Rückauff quien para “combatir el delito” prometió y cumplió con su plan sistemático de “bala para los delincuentes”. Y fracasó (o bien tu "éxito", según desde qué perspectiva lo veamos). Perdimos todos: nuestra sociedad se tornó más violenta y el Estado se degradó en la ilicitud de un plan criminal.
Ahora viene el intendente de San Isidro a construir un Muro. Pretende dividir, separar, segregar, discriminar las clases sociales que conviven en el contraste social más violento y grosero que haya vivido nuestra historia. El intendente Posse viene a avalar con su Muro la idea de que existen “clases peligrosas” (que no es novedosa pero que se actualiza persistentemente): el excluido social se convierte en la nueva amenaza, en el nuevo “enemigo interno”. Y para “combatir el peligro” se le ocurre la brillante idea de construir un muro. Un gueto: “somos todos iguales, pero hay quienes somos más iguales que otros”.
Seguimos así prisionalizando la sociedad: el country primero, luego el barrio cerrado, la plaza enrejada, las zanjas y ahora el barrio popular cercado por un muro.
Hay políticos y opinadores mediáticos que siguen pensando los problemas sociales desde la matriz excluyente.

Y tenemos a nuestro alcance otra matriz: educación, cultura, salud, trabajo, justicia, inclusión social. No es tan difícil. Pensar desde la paz y no desde la violencia. No desde la segregación sino desde la integración. Debemos revalorizar, repensar y reconstruir el significado de la paz social para que no termine convirtiéndose, para siempre, en prisionera de la ingenuidad y la hipocrecía.
Que no nos volvamos como La Pared: sordos, ciegos y mudos. Todo al mismo tiempo y sin darnos cuenta.

2/4/09

Digresión para Pedro Gabriel


22 de marzo de 2009. Mi viejo me invitó a un recital. Se presentaba en el Estadio de Velez el tipo que grabó el primer disco que me regalaron en mi vida. Y fue justamente mi viejo quien me lo regaló (en verdad me lo regaló en formato cassete).

Fue mi primer tesoro, y la influencia fue para siempre. Fue la ventana por donde entré a la música que me acompaña. Y no es casual, Daniel Lanois y Brian Eno ya lo acompañaban, antes de que descurbiera años más tarde a U2.

No puedo hacer una crónica de esa noche. Sólo puedo decir que hay música que llega a lugares donde es imposible que llegue otra cosa. Hay música que marca, que empuja, que marcha. Hay música que abraza, que abriga, que calma. Hay música que despierta.

Y esa noche, luego de que en un perfecto castellano se despidiera diciendo: lo que suceda ahora depende de ustedes, dormí despierto. Y sigo despierto.

gracias amigo.


22/12/08

que hacer

En mi nota anterior (Mentir es violencia) ensayé un diagnóstico posible sobre el problema de la seguridad en términos de criminalidad.
Ahora quiero pensar en posibles caminos para tomar ante la tan mediatizada emergencia.
El miedo funciona como un motor permanente. Y sirve, entro otras cosas, para ejecutar ciertas medidas que en tiempos de “normalidad” no serían posibles institucionalizar. O bien, para ocultar otras emergencias más complejas y menos morbosas, por lo tanto menos atractivas para los grandes medios. Y digo morbosas en cuanto al gusto que prevalece por la violencia más explícita. Esa que genera tantas “placas rojas” y “noticias de último momento”. Esas noticias que se repiten 25 veces por día generando y multiplicando el miedo.
Pero con esto no quiero poner en duda el miedo, sino el uso mediático y político que se hace de él y su reproducción social.
Es importante hablar del miedo porque desde su uso siempre se recurren a las medidas y recetas que ya hablamos en la nota anterior y que no sólo fracasaron sino que ponen en jaque la salud republicana y democrática del Estado de Derecho.
Propongo que nos tomemos unos minutos, unas horas, un par de días para pensar. Para reflexionar. Para discutir. Para dialogar. Para planificar. Para evaluar. Para articular. Y que no hablemos del miedo sino de lo que hay que hacer para que el miedo no nos gane y termine tomando por asalto las políticas públicas. Que no sea el miedo el principio rector de las políticas públicas.
Señalaré, por ahora, un primer aspecto del problema. La reincidencia.
Si uno analiza el tratamiento del problema desde los grandes medios de comunicación, nos encontraremos que la preocupación se agudiza –y escandaliza- cuando nos encontramos ante un “delincuente” que reincide, que tiene antecedentes. Y se muestra la reincidencia como el centro del problema. ¿Cómo prevenir?. Y acá nos encontramos con la refritada respuesta de limitar las excarcelaciones, de aumentar las penas y todo lo que ya se implementó y fracasó en cuanto a la disuasión del delito.
El viernes 12 de diciembre pasado, la UNSAM inauguró un espacio universitario dentro de la Unidad Penitenciaria 48 del Partido de San Martín. Y pienso en ese hecho como una posible respuesta a la cuestión de la prevención.
Y esa respuesta no puede ser otra que la INSERCIÓN SOCIAL. La educación es un puente de oro para pensar en la inserción social. Pero no porque pensemos que sea la salida mágica del desempleo y la exclusión (está comprobado que obtener un título universitario no garantiza la salida laboral). Pensemos la educación como un camino a la humanización, la dignificación y recuperación de la identidad. Cómo la educación puede lograr modificar la “auto-percepción” que las personas tienen de sí.
La cárcel (el poder punitivo) modifica de manera tajante los roles de las personas que son sometidas a proceso penal. Quien cae en la red punitiva dejará de ser automáticamente un padre de familia, un hijo, un laburante ocupado o desocupado, un amigo, un esposo y todo aquello que “haya sido” afuera de la cárcel. Y pasa a ser un “preso”. No está preso: ES un preso. Esta modificación de los roles, esta supresión de los roles produce daños que, si se prolongan en el tiempo, pueden ser hasta irreversibles. Y así es como se retroalimenta la violencia social.
Pensemos entonces en una alternativa que colabore en la búsqueda identitaria de los roles que cada ser humano quiere y puede desarrollar en sociedad. Debemos abandonar de inmediato el modelo mediante el cual se perpetúan (a modo de tatuajes imborrables) las percepciones sociales basadas en la discriminación, estigmatización, segregación, guetización, etc.
Y la educación es un medio que da la posibilidad de trabajar, justamente, en la “auto-percepción” de las personas privadas de su libertad, que el sistema penal les ha impuesto a modo de “accesorias” del proceso penal.
Recordemos que la educación es un derecho fundamental que el Estado está obligado a garantizar. Encontraremos que las cárceles están llenas de personas que no han tenido acceso a los niveles básicos de la educación.
En lugar de pensar, entonces, el problema de la reincidencia desde una concepción mística y represiva, propongo que lo abordemos desde la inserción socio-educativa. Por ahí (estoy convencido), nos irá mejor con los libros y los maestros que con la superpoblación carcelaria discriminatoria.

publicado en www.24con.com.ar

19/12/08

Común

Debemos preguntarnos de nuevo qué significa vivir en comunidad.
Si comunidad nos remite al sentido de pertenencia o bien a la frontera que nos separa del resto. Por qué pensar en términos de “adentro y afuera”?. Por qué el nosotros y los otros?. Por qué la discriminación?.
Qué es lo que nos hace comunes entre todos?. Qué es lo que nos une en común unión?.
Y no se trata de igualar. De que seamos todos igualitos. De que no se acepte la diferencia. Lo distinto. Sino más bien todo lo contrario. Lo que debe hacernos comunes entre todos es, justamente, la aceptación de lo que nos diferencia. Lo que nos hace únicos e irrepetibles.
Será ese el sentido de humanidad?. El que nos impera defender el respeto por el otro?. El que nos conmueve ante las injusticias en cualquier lugar del mundo?. El que nos angustia ante tanta insensibilidad y envidia?.
Por qué no podemos mirarnos a los ojos y tan sólo escucharnos?. Por qué no nos animamos a preguntar más que a contestar rápido y tajantemente?.
Por qué no nos pensamos de nuevo?.
Qué significa que vivamos en comunidad?.
Si es lo que nos une, o lo que nos separará del resto?.
Lo pregunto mientras veo cómo esta sociedad se va dividiendo en Islas. Y claro, hay que defender la sociedad para que no nos invadan los otros, quienes vienen desde islas más lejanas y olvidadas. Y hay que defender la sociedad cueste lo que cueste. El fin justificará los medios. La moral vuelve sobre la ética. Y la verdad, será absoluta y única.
Qué hacemos con los otros?. Con los que vienen de tan lejos. Desde aquellas islas que tanto nos recuerdan al pasado más tormentoso de nuestra existencia, por fin superado una vez que hemos delimitado nuestras propias islas. Una vez que hemos erigido nuestras fortalezas y muros interminables. Una vez que nuestros ejércitos alcanzaron poderes ilimitados para cuidarnos. De quiénes?. De nosotros?. No, por supuesto. De los otros.
Nosotros no somos los otros. Nosotros por suerte estamos adentro. Ellos, los otros, afuera.
Aquí en nuestra sociedad todo reluce, todo está estable. Aquí por suerte no se hace más política. Todo se gestiona. Todo se logra. Y todo se cuida porque los castigos contra las faltas hacia los bienes patrimoniales son cada vez más severos. El peor castigo, casi el único que queda: la expulsión hacia el afuera. Donde viven los otros. Así el orden es incuestionable y maravilloso.
Así, le rendimos culto religioso a “los museos de grandes novedades”. Porque el pasado no existe más. La memoria es sólo una anécdota nostálgica que no se dice más.
Así, nunca será triste la verdad, porque hemos aceptado de una buena vez que ya no tendrá más remedio.
Así, nada merece ser modificado. Nada necesita ser reflexionado. Nada puede ser cuestionado. El orden, el dulce orden, es el bien jurídico a proteger.
Es esta acaso la comunidad que deseamos construir?. En la que deseamos convivir?. Donde hay personas a las que se les niega el derecho a tener derechos.
Donde hay niños que no son niños sino menores que deben ser encerrados, y cuanto más chicos mejor.
Donde hay quienes son jueces de otros para encerrar en lugares indecibles.
Por qué?. Porque hay que defender la sociedad que nos garantiza el bienestar. Porque no alcanza para todos. Entonces que sobreviva el más fuerte. O el que tenga un dirigente amigo.
Si hemos tomado la decisión de que esto será así. Entonces me voy con los otros. Para pensar de nuevo palabras tales como solidaridad, sensibilidad, humildad, humanidad.
Me niego de forma rotunda y rebelde a renunciar a pensar. Mucho menos a que me obliguen. Porque alguien una vez me enseñó que rebelde es aquél que no hace lo que quiere, sino lo que debe. Y no debemos perder nuestro sentido de humanidad. Es la última batalla por perder.

(publicado por GN en www.laliebredechivilcoy.com.ar, sábado 14 de diciembre de 2008)